miércoles, 10 de agosto de 2011
Principios de película y finales pasados por agua
Hoy estaba andando cuando en mitad de la calle un chico ha cogido a su novia y echándola para atrás le ha dado un beso de película. Lo primero que he pensado es que seguramente no llevarían más de un mes juntos. Mentira, eso ha sido lo segundo que he pensado. Lo primero, ¿dónde esta Woody Allen? El principio es maravilloso: me ha mirado, me ha sonreido, me ha besado. Luego llega la primera discusión. Generalmente esta discusión inicial tiene un principio sexual. No hay entendimiento en la alcoba. Excepto en algunos casos, el sexo acaba encontrando su lugar gracias a los instintos animales. A partir de ese momento, no será motivo de discusión, sino de acercamiento. La segunda pelea surge alrededor de los celos. Todavía teneis una relación insegura y cualquier acercamiento a otra persona nos pone de los nervios. A nosotras...y a ellos. Tras haber acabado con los celos y los problemas sexuales...todo es perfecto. Pero la vida con sus golpes se hace notar y llega el verano. Yo me voy a Ibiza, tu te vas a Miami. O al pueblo. Independientemente del lugar el verano es el momento perfecto para salir y para ligar. Y es entonces cuando surge la pregunta: ¿Deberíamos seguir? ¿Y si nos tomamos un break? Siempre podemos volver después del verano... Atravesada la crisis estival hay momentos buenos y momentos malos. Peleas y reconciliaciones. Pero...¿en qué momento se convierte una pelea en el motivo de ruptura de una pareja? En primer lugar tenemos los tópicos: cuernos, cuernos y cuernos. Pero luego están aquellas relaciones que terminan por motivos subjetivos y abstractos: estoy cansado, no sé si tenemos algo en común, esto ha sido la gota que ha colmado el vaso... ¿Qué gota? ¿Qué vaso? Excusas. Las personas buscan el cambio. Las mujeres nuevos clavos o tornillos. Los hombres, prefieren tuercas. Charlie ahora mismo se encuentra en el borde del vaso. Flotando. Esperando que alguien beba de ese vaso para quedarse dentro o esperando la caída de una gota que me saque. Si acabo fuera estaré triste. Si acabo dentro, también. De todas maneras en esta ocasión no soy yo la que elige la cantidad de agua. Estoy esperando a qué me digan cuanta hay. Pero no os preocupeis chicas, cuando lo sepa, lo contaré.
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